31 de marzo de 2010

Iglesia y Estado: esfera privada y esfera pública

 Grito hacia Roma (desde la ermita de San José)

Iglesia en Cabañas del Río, localidad perteneciente al municipio de Valencia de Don Juan.

La polémica está servida. Los vecinos de Rabanal del Camino no quieren a los monjes benedictinos -quién sabe a qué diantres responden sus actuaciones- y viceversa. En el fragor dialéctico, el padre Torres, que vendría a ser el capo de los eclesiásticos en cuestión, acusó, sin ruborizarse, a la Junta Vecinal de “conculcar el ejercicio del derecho fundamental a la libertad religiosa” así como “los más básicos principios democráticos”. Tras realizar estólidas comparanzas con los soviets de Lenin, invocó la Constitución para apelar “a la estricta separación entre el Estado español y cualquier organización religiosa”.

Ahí queríamos llegar y desarrollar, consecuentemente, la tesis complementaria: si los poderes del Estado deben, como es lógico, abstenerse en los asuntos internos de la Iglesia, esta debe desistir de su obstinado empeño en imponer su moral en la esfera pública. Hágase la “estricta” separación, deroguemos pues el Concordato y acabemos, por ejemplo, con los privilegios tributarios que aún posee. Cuestión de ecuanimidad.

A estas alturas de la historia lo mejor que uno puede hacer es cambiar la fe por la razón y apostar por las tesis progresistas que nos harán mejorar la calidad de vida y construir un mundo un tanto mejor. Miguel Hernández lo hizo en su momento con unos versos magistrales, que nunca perdonó el obispo Luis Almarcha, que si bien fue uno de sus mentores culturales, posteriormente se convirtió en uno de sus pusilánimes verdugos: “Me libré de los templos, sonreídme / donde me consumía con tristeza de lámpara / encerrado entre el poco aire de los sagrarios”.

Mi consejo a los litigantes: que declamen juntos desde la ermita de San José el desesperado y atronador grito que lanzó Federico García Lorca en la torre del Chrysler Building y que inventarió en su descomunal obra Poeta en Nueva York: “ha de gritar con voz tan desgarrada / hasta que las ciudades tiemblen como niñas / y rompan las prisiones del aceite y la música, / porque queremos el pan nuestro de cada día, / flor de aliso y perenne ternura desgranada, / porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra / que da sus frutos para todos”.

Publicado el 31 de marzo de 2010 en La Crónica de León, página 2

24 de marzo de 2010

Mejor en bici. León, ciudad sostenible.

Crónicas alemanas: la bici

Aparcamiento de bicicletas en Hamelín.
León, impulsado por el equipo de gobierno del Ayuntamiento, está inmerso, en materia de movilidad, en un atinado proceso de cambio que lo está homologando al resto de ciudades europeas. La aparición de zonas 30, 20 o 10; la reconversión de Fernández Ladreda en una avenida cuando antes hacía la función que actualmente desempeña la aún infrautilizada ronda sur; la implementación de carriles-bici así como la potenciación del transporte público con la integración de FEVE y la construcción de un tranvía restan protagonismo al coche que pocas o ninguna ventaja puede aportar a un proyecto colectivo sostenible.

Oldenburg, ciudad de similares características a la que hoy nos ocupa, que pude conocer en mi reciente estancia en Alemania, es la ciudad de la bici. Visité sobre dos ruedas sus parques con lagos, desplazándome sobre hielo por carriles habilitados para la bici, el medio de transporte más utilizado y el que tiene preferencia. Paseé sin contaminación, sin ruido de cláxones, sin atascos. En definitiva, disfruté como turista de su casco histórico y me oxigené en sus zonas verdes. En León es posible conseguir lo mismo y estamos en el buen camino para lograrlo.
Reemplazar el uso del coche por el de la bici allá donde podamos nos reporta beneficios tanto particulares -robustece nuestro estado de forma, reduce nuestros gastos petrolíferos, alarga la vida de nuestros vehículos y, evidentemente, aumenta nuestra renta disponible-, como colectivos que, por obvios, no precisan explicación.

Si universalizáramos el uso de la bici entre los jóvenes, hubiéramos evitado el problema en el que se vio envuelto el joven y jovial diputado popular, Ignacio Uriarte, al que Tráfico cazó conduciendo con una mínima tasa de sangre en alcohol. Un amigo responsable censuró su falso y manido aserto: “Tranquilos, yo controlo”. Pero el miembro de la comisión de seguridad Vial del Congreso, citando a su guía ideológico y espiritual, repitió la consigna neoliberal: “Quién te ha dicho a ti las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber. Déjame que las beba tranquilo mientras no ponga en riesgo a nadie ni haga daño a los demás”. Le hubiera ido mucho mejor en bici.

Publicado en La Crónica de León el 24 de marzo de 2010, página 2

17 de marzo de 2010

Eulalio Ceballos Suárez y Miguel Hernández o la poesía aniquilada

Amor, vida y muerte

Crespúsculo en Fresno de la Vega. Fotografía perteneciente al álbum hermano de este blog "La ventana de una lágrima"

Al igual que la historia de dos hermanas, Vida y Muerte, y el melodioso barco que portaba acordeones sucedida en Mandouro, que cuenta el tipógrafo O´Bo en El Lápiz del Carpintero, esta reflexión tiene su origen un una intrascendente conversación en rededor de un café con dos amigos. Coincido con el gallego: hay tascas que son como universidades. Uno de ellos lamentaba que la película de Cuerda, Los Girasoles Ciegos, de título homónimo al excelso libro de Alberto Méndez, no profundizara más en la historia del joven poeta Eulalio Ceballos Suárez, que huyó de la represión junto a su encinta mujer, lo que le llevó a pasar un gélido y trágico invierno en las montañas leonesas que dejó reflejado en un emotivo y hondo diario:

“Pero nos equivocábamos. Nunca debimos emprender un viaje tan interminable estando ella de ocho meses. El niño no vivirá y yo me dejaré caer en los pastos que cubrirá la nieve para que de las cuencas de mis ojos nazcan flores que irriten a quienes prefirieron la muerte a la poesía. ¡Miguel, se cumplirá tu profecía! ¿Dónde estarás ahora, Miguel, que no puedes consolarme? Daría una eternidad por poder escuchar otra vez tus versos líquidos, tu palabra templada, tus consejos de amigo”.

Efectivamente, Miguel era Hernández. Y Eulalio un joven de 16 años que escapó de la zona facciosa y llegó al Madrid republicano. Allí compartió misiones culturales junto al poeta oriolano, que feneció en la cárcel (muerte), alejado de su querida Josefina (amor) y con la ausencia de su Manolillo (vida). Encerrado entre cuatro paredes escribió sus más bellos poemas, inventariados en su obra culmen, el Cancionero y romancero de ausencias: “Con el amor a cuestas, dormidos y despiertos, / seguiremos besándonos en el hijo profundo. / Besándonos tú y yo se besan nuestros muertos / se besan los primeros pobladores del mundo”.

Ambas historias son historias de una derrota: la de la humanidad. Fueron víctimas de la barbarie y la sinrazón que anegó de sangre los surcos de los campos españoles después del golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Y lo fueron al grito bastardo de Millán Astray: ¡Muera la inteligencia traidora, viva la muerte!

Publicado en La Crónica de León el 17 de marzo de 2010, página 2

10 de marzo de 2010

El futuro de la socialdemocracia

 Adónde vamos

La ideología socialista tomó forma bajo la hipótesis de la abundancia sobre la cual se construyeron los proyectos deudores de la Ilustración, es decir, los que priorizan al ser humano sobre la comunidad: los recursos naturales son ilimitados y están a mano de todos para satisfacer nuestras necesidades. Errando en el supuesto de partida, compartido con el liberalismo político, el igualitarismo cobra más vigencia aún: si los recursos de que disponemos son escasos, lo que procede es el reparto igualitario de los mismos entre todos los seres humanos. El internacionalismo es la solución a las limitaciones y problemas de los Estados-nación y los socialdemócratas fueron los primeros en verlo.

Un dato elocuente: el crecimiento medio de los países desarrollados durante la segunda mitad del siglo XX fue del 2%; el del período 1950-1970, en el que se aplicaban políticas económicas keynesianas, es decir, de corte socialdemócrata, del 3,5%. A partir de los años 70, la revolución conservadora, protagonizada por Ronald Reagan, Margaret Thatcher y el por aquel entonces morador del Vaticano, Juan Pablo II, introdujo a debate un pensamiento político, económico y moral logrando que el mundo asimilara y diera por correcto un nuevo modelo de relación entre el Estado y el mercado –con prioridad absoluta de este último-: el que nos ha llevado a la mayor crisis conocida desde la Gran Depresión.

La próxima economía será sostenible o no será. O somos capaces de crecer y repartir ese crecimiento sin conculcar el derecho a hacer lo mismo a las generaciones venideras o habremos fracasado como sociedad en el reto más importante que tenemos entre manos. El socialismo democrático fue el primero en impregnar su ideario con las diversas ramificaciones de la idea de sostenibilidad y es, pues, el que mejor está capacitado para liderar la expansión económica futura.

Si Einstein dijo en su momento que el socialismo era “el intento humano de superar y avanzar sobre la etapa depredadora del desarrollo humano”, la socialdemocracia es la ideología que más cerca ha estado de lograr el asalto al cielo y la única que en el futuro será capaz de conseguirlo.

Publicado en La Crónica de León, el 10 de marzo de 2010, página 2

3 de marzo de 2010

Arquitectura institucional de la Segunda República

De dónde venimos

Fotografía peteneciente al álbum hermano de este blog "La ventana de una lágrima"

Desdichadamente, atesoramos una escasa tradición democrática y sí una extensa de pronunciamientos militares. Para comprender nuestra Constitución, debemos remontarnos a tres hitos históricos más o menos remotos.

Cádiz, 1812. Estas Cortes son el germen del liberalismo político. Hay que ponerlas en valor porque rompieron con el ominoso régimen absolutista del santo inquisidor Fernando VII. Fue el primer intento serio de limitar el poder que atesoraba el monarca, para que dejara de responder ante ¿Dios? y ante la historia y empezara a rendir cuentas ante una suerte de parlamento.

Madrid, 1869. En 1868 comenzó el sexenio democrático. Un año más tarde, se consagró el derecho universal masculino al voto, así como un catálogo de derechos y libertades. Tras la efímera República, Pavía entró a caballo en el Congreso y dio paso a la Restauración canovista, mandando al carajo la constitución progresista.

14 de abril de 1931. Jefe de Estado elegido democráticamente y no por derechos hereditarios. Parlamentarismo: las cortes eligen al gobierno y controlan su acción política. Reformas agrarias: reparto equitativo de la riqueza. Derechos laborales. Derecho al voto femenino y progresivo avance hacia la igualdad. Tribunal de Garantías: hoy es el Constitucional. Elecciones libres: competición pluralista por el voto popular. Supremacía civil: subordinación del Ejército al poder que emana de los ciudadanos. Libertad de creencias. Consagración de una política exterior basada en el derecho positivo: cooperación entre naciones y legalidad internacional. Reconocimiento de la autonomía de los territorios que conforman un Estado integral.

Estos retazos son solo una pequeña parte de la arquitectura institucional que se creó durante la Segunda República y de la cual hoy nuestra Carta Magna es deudora. El republicano fue un régimen que se vio desbordado por un contexto internacional de corrientes ideológicas pertrechadas en trincheras que devinieron en totalitarismos y en la Segunda Guerra Mundial. Pero no fue, como pretenden hacernos creer licántropos de todas las disciplinas, un sistema que fagocitaba iglesias y flameaba monjas. Es bueno tenerlo claro.

Publicado en La Crónica de León el 3 de marzo de 2009, página 2