31 de mayo de 2016

John Steinbeck - Las uvas de la ira

"Cada uno será el director de su propio desfile de dolor y agravios, marcharemos con nuestra amargura. Y un día los ejércitos de amargura desfilarán todos en la misma dirección (...)

- Es un país libre.
- Bueno, intenté comprar la libertad. Por aquí decimos que un tipo tiene tanta libertad como su dinero le permite comprar. (...)


Gente huyendo del terror que queda atrás... le suceden cosas extrañas, algunas amargamente crueles y otras tan hermosas que la fe se vuelve a encender y para siempre. (...)


El sol llameaba con furia... En las almas de las personas las uvas de la ira se están llenando y se vuelven pesadas, cogiendo peso, listas para la vendimia. (...)

Y bajo las súplicas y el encogimiento, una furia desesperada empezó a arder. El hambre y el miedo fermentaron en furia.... Y la gente cómodamente en sus casas cerradas sintió lástima al principio y luego repugnancia y finalmente odio por los emigrantes. (...)

Un hombre que tiene un tiro de caballos nunca se le ocurriría dejarlos que se murieran de hambre cuando no están trabajando. Esos son caballos... nosotros hombres. (...)
 

El hombre vive a sacudidas... La mujer fluye, como un arroyo, con pequeños remolinos y pequeñas cascadas, pero el río sigue adelante. La gente sigue adelante... cambiando un poco, quizá, pero siempre adelante..."

Las uvas de la ira, John Steinbeck 
'Las uvas de la ira', película basada en la novela de Steinbeck de John Ford

29 de mayo de 2016

Tony Judt - El refugio de la memoria

"El estar siempre me pareció estresante: dondequiera que estuviera había algo que hacer, alguien a quien complacer, un deber que cumplir, un papel que no conseguía desempeñar: algo fallaba. El ir hacia algún sitio, por el contrario, era un alivio. Nunca era tan feliz como cuando iba a algún sitio por mi cuenta, y cuanto más tiempo tardaba, mejor. Caminar era placentero, disfrutaba montando en bicicleta, me divertía viajar en autobús. Pero el tren era puro paraíso..."

Tony Judt, El refugio de la memoria (Taurus, 2011)

28 de mayo de 2016

Roberto Bolaño - Los sinsabores del verdadero policía

"¿Y qué fue lo que aprendieron los alumnos de Amalfitano? Aprendieron a recitar en voz alta. Memorizaron los dos o tres poemas que más amaban para recordarlos y recitarlos en los momentos oportunos: funerales, bodas, soledades. Comprendieron que un libro era un laberinto y un desierto. Que lo más importante del mundo era leer y viajar, tal vez la misma cosa, sin detenerse nunca. Que al cabo de las lecturas los escritores salían del alma de las piedras, que era donde vivían después de muertos, y se instalaban en el alma de los lectores como en una prisión mullida, pero que después esa prisión se ensanchaba o explotaba. Que todo sistema de escritura es una traición. Que la poesía verdadera vive entre el abismo y la desdicha y que cerca de su casa pasa el camino real de los actos gratuitos, de la elegancia de los ojos y de la suerte de Marcabrú. Que la principal enseñanza de la literatura era la valentía, una valentía rara, como un pozo de piedra en medio de un paisaje lacustre, una valentía semejante a un torbellino y a un espejo. Que no era más cómodo leer que escribir. Que leyendo se aprendía a dudar y a recordar. Que la memoria era el amor..."

Roberto Bolaño, Los sinsabores del verdadero policía (Anagrama, 2011)
Ilustración de la primera edición de Anagrama

Gilbert Adair - Soñadores

     "Convencido al fin de que, por alguna razón que no conseguía aún entender, sus amigos no sabían nada de la agitación que había sacudido la Facultad de Nanterre primero, luego París en su conjunto y finalmente «las cuatro esquinas del hexágono francés», como les gusta decir a los locutores, empezó a contarles la leyenda de lo que ya empezaba a conocerse como los sucesos de mayo. 
      Y así se enteraron de cómo la expulsión de su Henri Langlois de la Cinémathèque había sido el Sarajevo de aquellos sucesos; de que, como poco, la expulsión había hecho cristalizar un espíritu de rebelión que ya estaba en el aire, y había servido para prender la antorcha que iría pasando de mano en mano como en los Juegos Olímpicos. 
     -No es sólo la universidad, ni tampoco París -dijo Charles, incapaz de contener su lirismo-. Toda Francia está en huelga. Los teléfonos no funcionan, los bancos han cerrado, no hay correo, casi no queda gasolina. Se trata realmente de una huelga general, estudiantes y obreros unidos, un frente común ante un enemigo común. ¡Una sociedad nueva está esperando a ver la luz, Théo, un mundo nuevo! Un mundo sin grands-bourgeois ni petits-bourgeois, sin grands-fascistes ni petits-fascistes. ¡Un mundo que ya no tiene ninguna necesidad de los viejos maestros del mundo antiguo! ¡Se acabaron Leonardo, Mozart y Shakespeare!
     Hizo una pausa. 
     -¡Se acabó Hitchcock!
     -¡Nunca! -exclamó Théo. 
     Otra pausa.
     -Ya lo verás, amigo mío -murmuró Charles amablemente-. Ya lo verás..."

The dreamers, Gilbert Adair (2003) (Soñadores, Alfaguara, 2004)

Fotograma del film The dreamers de Bernardo Bertolucci basado en la novela.

21 de mayo de 2016

Raquel Lanseros - Hit the road, Jack

Hit the road, Jack 

La autopista es el tiempo que tarda en convertirse
el principio en el término.
Entretanto en el día que me quieras.


No se pisan jamás las mismas huellas
—Heráclito dijo algo parecido—
sin embargo conducen al lugar donde estamos.


Nunca le tengas miedo al horizonte
no hay placer más sabroso que el trayecto.
Acepta el pan servido en cualquier parte
disfruta del asilo que te ofrezcan
pero ten preparadas las maletas.

  
Aprende por tu bien el arte de marcharte
siempre un segundo antes de que te hayan echado.


Poema de Raquel Lanseros, de su antología A las órdenes del viento (Ed. Valparaíso, Granada, 2ª edic. 2015 ampliada)

 Nael Cassady y Jack Kerouac

16 de mayo de 2016

Wendy Guerra - Domingo de Revolución

"El sonido de la olla es el sonido de la cubanidad. La banda sonora contra el hambre de todas las casas en este país. Un tono asmático, entrecortado y eterno que suena a realidad. 
     Hizo café con leche con poco azúcar y una pizca de sal, como se lo hacía a mi padre. También unos plátanos verdes fritos con ajo, bien machucados, a eso se le llama «mogolla», y es lo que se desayuna en algunas zonas de Oriente. Ella es de allá, y por lo que estoy viendo mi supuesto padre también. 
      Buscó todos los poemas impresos dispersos por la casa, incluidos aquellos que ella había sabido tachar intentando variar su contenido para burlar la censura. Los puso sobre la mesa una vez servida con mantel de hilo y cubiertos de plata, jarras de cerveza checa para tomar Cristal y cucharitas de postre sin postre. 
     Cuando Gerónimo llegó, sudado y muerto de hambre, nos sentamos a almorzar. Todo parecía cotidiano, como si él y yo viviéramos por décadas en esta casa, pero no, recién acaba de mudarse, en los hoteles cubanos no hay privacidad. ¿Y en esta casa la hay? La privacidad en está isla es como el invierno o la nieve, sólo una ilusión. 
     El americano no entendía muy bien el ritual de comer con Márgara, que ya me había desplazado de la cabecera para acomodar al actor. El machismo leninismo es incomprensible para este hombre que convive con el feminismo profundo de sus colegas. Nada de eso parecía importarle en estos momentos, pues su intento por acceder al archivo histórico mediante petición oficial fue rechazado por las autoridades. La respuesta fue un «no» rotundo sin ningún tipo de diplomacia o delicadeza. 
     -Puedes tener dos premios Oscar y la opinión pública, las revistas y los diarios internacionales a tus pies, pero aquí eso, «compañero Gerónimo», no nos interesa. Y no, chico, no entras al archivo histórico porque no nos da la gana y punto -dije engolando la voz, imitando la de un militar ronco, cortante y desagradable. 
     -¿Cómo se puede hacer un filme sobre ese personaje sin consultar estos archivos? Eso no sería serio. 
     En Cuba, cuando las cosas salen mal la gente decide emborracharse, dormir o hacer el amor...

JAULA DE JUGUETE
Trampas veo en el camino
Pero parecen flores brújulas o espejos
Me hizo hembra la colección de jaulas que heredé de mi madre
Caí tan bajo como el grave sonido de mi orquesta
Allá voy arrogante y cautiva
La embestida promete lo peor
Muchacha jaula de juguete
Mi corazón virgen coloreado no hereda afrenta ni dolor
Y es que no hay jaulas en el cuerpo de una niña..."

Domingo de Revolución, Wendy Guerra, (Anagrama, 2016)

Anónimo - La pasión de Mademoiselle S.

"Me dices que soy yo quien te ha convertido en el vicioso que eres, quien te arrastra poco a poco por la pendiente resbaladiza del vicio todopoderoso. Tal vez, pero ¿no has sido tú también quien ha puesto en mí ese deseo de gozar siempre más, quien me impulsa a buscar caricias extrañas, insospechadas? Mira, nuestro amor nació de un encuentro, del choque de nuestras miradas, de la llamada de nuestra carne. Nos rozamos durante días y días, y cada uno de nosotros sabía que había que perseverar, que la felicidad estaba ahí, en la fusión de nuestros dos seres. Nos entregamos, antes de conocernos, y el porvenir nos dio la razón. Desde que somos amantes, nunca hemos conocido sino dicha juntos, y nuestra posesión mutua nos brindan éxtasis infinitos. Sí, seamos siempre los dos, querido amor mío, solos tú y yo. Probemos, si quieres, esa experiencia que nos obsesiona, pero no creo que hallemos en ella más dicho que en el abrazo de nuestros cuerpos, siempre más ardientes al placer. 
     Adiós, amado mío, ¿encontraré el lunes por la mañana, cuando llegue a la oficina, una larga carta tuya? Te digo hasta pronto, pues espero que podamos amarnos dentro de unos pocos días. 
     Te adoro. Mi boca donde tú quieras. Dime dónde. 

                                                                    SIMONE..."

La pasión de Mademoiselle S., Anónimo (Seix Barral, 2016) 

8 de mayo de 2016

Manuel Jabois - Nos vemos en esta vida o en la otra

"Recordé la frase de mi amigo Xacobe Casas que abre el libro: no eran los pájaros los que volaban, sino el cielo, que caía. Recordé cómo la normalidad, cuando no es consciente de su distorsión, lleva al horror de forma natural. Hay mundos en los que el mal pierde su característica fundamental, según Hannah Arendt: constituir una tentación. Eso fue lo que me empezó a interesar de la historia de Gabriel, conocido en su entorno como Baby. Su normalidad era común hasta que se hizo demasiado grande para mantenerla. Sus tentaciones eran las contrarias a las del resto: dejar la calle, ponerse a estudiar, encontrar un trabajo, no robar, no consumir drogas, no pegar. 

Antes de los diez años le había quitado por la fuerza las huchas del Domund a unas niñas y la recaudación a un ciego de la ONCE. Antes de los doce fue detenido por tratar de robar un coche. Antes de los diecisiete participó en el mayor atentado terrorista de Europa, el del 11-M, que provocó la muerte de 191 personas en Atocha, y de un inspector de Policía semanas después, en el atentado suicida de Leganés. 
     La colaboración de Baby fue de forma involuntaria, como reconoció la sentencia; eso no evitó que meses despues amenazase a un vigilante del centro de menores diciéndole que le daban igual 192 que 193. Para entonces estaba ya encerrado. Fue el primer condenado de los atentados del 11-M. El único menor de edad. Y su testimonio en el juicio sentenció a su mejor amigo, Emilio Suárez Trashorras, a 34.175 años de cárcel..."

Manuel Jabois, Nos vemos en esta vida o en la otra. Una historia real de traición y violencia. Planeta, 2016.

7 de mayo de 2016

George Orwell - Homenaje a Cataluña

"Esta guerra, en la que desempeñé un papel tan ineficaz, me ha dejado recuerdos en su mayoría funestos, pero aun así no hubiera querido perdérmela. Cuando se ha podido atisbar un desastre como éste -y, cualquiera que sea el resultado, la guerra española habrá sido un espantoso desastre, aun sin considerar las matanzas y el sufrimiento físico-, el saldo no es necesariamente desilusión y cinismo. Por curioso que parezca; toda esta experiencia no ha socavado mi fe en la decencia de los seres humanos, sino que, por el contrario, la ha fortalecido. Y espero que mi relato no haya sido demasiado confuso. Creo que, con respecto a un acontecimiento como éste, nadie es o puede ser completamente veraz. Sólo se puede estar seguro de lo que se ha visto con los propios ojos y, consciente o inconscientemente, todos escribimos con parcialidad. Si no lo he dicho en alguna otra parte de este libro, lo diré ahora: cuidado con mi parcialidad, mis errores factuales y la deformación que inevitablemente produce el que yo sólo haya podido ver una parte de los hechos. Pero cuidado también con lo mismo al leer cualquier otro libro acerca de este período de la guerra española.
     Debido a la sensación de que teníamos que hacer algo, aunque en realidad nada podíamos hacer, dejamos Banyuls antes de lo pensado. A medida que se avanza hacia el norte, Francia se torna cada  vez más suave y más verde; se alejan las montañas y los viñedos y vuelven la pradera y los olmos. Cuando había pasado por París, de viaje a España, me había parecido una ciudad decaída y lúgubre, muy diferente de la que había conocido ocho años antes, cuando la vida era barata y no se oía hablar de Hitler. La mitad de los cafés que solía frecuentar permanecían cerrados por falta de clientela, y todo el mundo estaba obsesionado por el elevado costo de la vida y el temor a la guerra. Ahora, después de la pobre España, París parecía alegre y próspero. La Exposición estaba en su apogeo, pero nos las ingeniamos para no visitarla. 
     Y luego Inglaterra, el sur de Inglaterra, probablemente el  paisaje más acicalado del mundo. Cuando se pasa por allí, en especial mientras uno va recuperándose del mareo anterior, cómodamente sentado sobre los blandos almohadones del tren de enlace con el barco, resulta difícil creer que realmente ocurre algo en alguna parte. ¿Terremotos en Japón, hambrunas en China, revoluciones en México? No hay por qué preocuparse, la leche estará en el umbral de la puerta mañana temprano y el New Statesman saldrá el viernes. Las ciudades industriales, una mancha de humo y miseria oculta por la curva de la superficie terrestre, quedaban lejos..."

George Orwell, Homenaje a Cataluña


 

Roald Dahl - El librero

"Después del almuerzo subieron a su suite, en cuya inmensa cama retozaron torpemente durante unos minutos. A continuación se echar una siesta.
     Sentados en su salita privada, cubrían su desnudez solo con unas batas, la del señor Buggage de seda color ciruela, la de la señorita todo en rosa chicle y verde claro. El señor Buggage se había recostado en el sofá con un ejemplar del Times del día anterior en el regazo y un Who´s who sobre la mesa de centro. 
     La señorita Tottle se había sentado al escritorio, ante una máquina de escribir del hotel, con un cuaderno en la mano. Ambos bebían champán otra vez. 
     -Este es material de primera decía el señor Buggage-. Sir Edward Leishman. Consiguió que le dieran el obituario más destacado. Presidente de Aerodynamics Engineering. Uno de nuestros industriales más relevantes, dice. 
     -Suena bien -dijo la señorita Tottle-. Asegúrate de que la mujer sigue viva. 
     -Deja viuda y tres hijos -leyó el señor Buggage en voz alta-. Y... espera un momento... el Who´s who dice: «Aficiones: pasear y pesca. Clubes: White's y Reform...»"

Roald Dahl, El librero. Nórdica libros. Colección Ilustrados, 2006.

Ilustración de Federico Delicado, Nórdica libros