5 de diciembre de 2011

Compañeras de nuestro siglo XXI

La pólvora está despejada en el firmamento. Pronto llegará el día en el que todos los rastrillos reluzcan. Entre tanto, sed fuertes*


En plena Guerra Civil, nuestro guía poético, inspirador de mil9, viento que nos empuja a seguir emocionándonos con la poesía, Miguel Hernández, arcángel de cabras y pastor de versos de Orihuela, se dio cuenta de cuánto hacían las mujeres en favor de la lucha que la democracia libró contra el totalitarismo y qué poco se reconocía su aportación a tan justa causa. Por ello, en su texto Compañera de nuestros días concluyó: “Ella es la que reviste de luto hasta el último rincón de su corazón y su casa, y nosotros somos los que plantaremos en ellos un resplandor alegre de victorias. Nuestras madres, nuestras novias, nuestras mujeres han de venir pronto detrás de nosotros detrás de la risa, por una avenida de trigales, ante un firmamento despejado de pólvora, con rastrillos relucientes al hombro.”

En nuestros días, sesenta y nueve años después de que las manos franquistas apretaran la garganta estelar de Miguel e intentaran sofocar su caño de luz que al pueblo español irradiará eternamente, la tierra sigue volando hermosa, lograda, pero sola, ajena a la injusticia que aún hoy sufren nuestras compañeras. La avenida de trigales finalmente confluía en una sombría rotonda, donde caminan en círculos los vencidos. Ese bando, el de la mitad que es ignorada por toda la gente, está mayoritariamente compuesto por vencidas.

Sí, siete de cada diez pobres son mujeres; en nuestra decadente Unión Europea las mujeres cobran un 15% menos de media que los hombres; son ellas las que prácticamente cargan con la denominada “economía invisible” (atención a dependientes, tareas del hogar, cuidado y educación de los niños...), economía que es más acentuada si cabe en el mundo rural donde nos encontramos; dos terceras partes de las personas analfabetas tienen rostro de mujer... Y así podíamos seguir hasta hacer esta velada y esta rotonda interminable.

Lo contado y cantado esta tarde en Matallana de Valmadrigal, donde hemos intentado que los versos tengan el mismo ritmo que vuestras jotas, es una prueba más de que la ineludible batalla por la auténtica democracia nos concierne a todas las personas de bien que creemos que la igualdad real entre hombres y mujeres es una condición previa para disfrutar de la auténtica libertad.

Aunque la avenida de trigales sea larga cantamos y contamos para todos los que realmente quieren hacer algo por transformar utópicamente la realidad de las mujeres que luchan día a día por retomar las riendas de su vida y seguir adelante, de todos los que miran a una mujer y ven a una persona, ni más ni menos que eso. Lo dijo Calderón de la Barca: “Venciste mujer, con no dejarte vencer”. La pólvora está despejada en el firmamento. Pronto llegará el día en el que todos los rastrillos reluzcan. Entre tanto, sed fuertes.

* A mis compañeras del grupo mil9