7 de enero de 2007

Un año que se fue y otro que llegó. Pero todo seguirá igual.

FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS Y LA CADENA DE ONDAS POPULARES ESPAÑOLAS

¿Cómo definir a este singular personaje? Encontré la respuesta desde el momento en que leí las Poesías completas de León Felipe (Visor Libros S.L. Madrid, 2004) hace algunos meses. Sin más apreciaciones transcribo los siguientes párrafos que, sin que en su momento fueran ninguna premonición sino el dramático reflejo de una época, definen de un modo eminente qué clase de "periodismo" ejerce este señor que tanto odio y división siembra en nuestro país, España, al que tanto dice amar.



Goog Bye, Panamá (1936) palabras de despedida que León Felipe debió decir, y no dijo, en una radio de la ciudad de Panamá, la noche ante de embarcarse para España, el primero de septiembre de 1936.

“En estos dos meses que va a tener ya de vida y de muerte la tragedia de España no sólo se ha abusado de la retórica difamatoria sino que se ha creado hasta una difamación especial. Todos los grandes momentos históricos han originado siempre una expresión bárbara, de gestos agresivos, de palabras injuriosas y de gritos desaforados. Y cualquier necio, con unas fauces de energúmeno, se ha subido siempre al primer banco de la plaza pública para ofrecerle una oratoria enconada y purulenta al mejor postor.


Pero hoy con la radio, sin censura, sin escrúpulos y sin pudor, todos los mastines que saben ladrar bien se han convertido en speakers y no sólo propalan con sus aullidos noticias falsas e ignominiosas, sino que las comentan y hasta filosofan y moralizan sobre ellas.



Este oficio vil y monstruoso que ha nacido con la radio tiene ya un nombre simbólico y vergonzoso en la ciudad de Panamá. Con este nombre se designa el acto de ladrar ante un micrófono calumniando los hechos dramáticos de unos hombres que bien podrían cambiar los destinos del mundo y frente a los cuales el historiador de hoy y de mañana guardará una actitud severa, meditativa y reverente. Este nombre implica, además, estulticia, temeridad, venalidad, y soborno del comercio y de la Iglesia. Es siempre un acto ejecutado por un energúmeno a quien si la radioescucha pudiese ver cuando ladra ante el micrófono, observaría que en las comisuras de su hocico hay una baba negra y amarilla. (...)”