30 de diciembre de 2009

La última canción de Miguel Hernández

Gracias



A todos los que hicimos posible que la noche de ayer en el Café Diario fuera mágica.

Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.

Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su inmensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.

'Canción última', del libro El hombre acecha

¡Pues claro que existen políticos buenos!

Los hay buenos

Leíamos la semana pasada en este periódico otra noticia que, fríamente digerida, incidía en la tesis cada vez más generalizada de que toda la clase política es idéntica: negligente e interesada únicamente en maximizar su beneficio personal. Esa es la idea que se desprende del análisis de los últimos estudios demoscópicos que sitúan a nuestros representantes en las instituciones como uno de los principales problemas que tiene el país, únicamente superados por el paro y las dificultades económicas de las familias españolas que se agravaron desde que estalló la crisis económica.

En efecto, el alcalde de Valderas, Eloy Rubio, volvió a convocar un pleno municipal después de seis meses sin hacerlo a pesar de que la ley básica que rige el proceder de las administraciones locales le obliga cada tres. Si a los concejales de nuestros ayuntamientos los elegimos en listas cerradas que presentan los partidos para que luego escojan al Alcalde, es lógico que el regidor exponga, frecuentemente y con luz y taquígrafos, su gestión al mismo tiempo que responde de ella ante el órgano colegiado confeccionado con el voto popular. De lo contrario, por hacer una analogía con la gerontocracia castrista que gobierna Cuba, el pleno vendría a ser una suerte de Asamblea Nacional del Poder Popular que no cumpliría ni con la misión de controlar la acción de gobierno ni, paradójicamente, la de representar al pueblo. O lo que es lo mismo: una pantomima.

Pero, como está finalizando, no quiero que acabe el año sin romper una lanza por la inmensa mayoría de alcaldes de los municipios más pequeños que tienen encomendada la difícil tarea de resolver los problemas vecinales con un escaso presupuesto, sin apenas reconocimiento social ni retribuciones económicas. Estas funciones las desempeñan después de realizar su trabajo y las compatibilizan como pueden con las horas que dedican a la familia. De ellos no nos acordamos cuando respondemos amablemente a los encuestadores.

Espero que hayan tenido, dentro de lo que es razonable, un buen año. Sin hacer demasiados excesos con el tiramisú de limón ni con el helado de aguardiente, nos leemos el que viene.

Publicado el 30 de diciembre de 2009 en La Crónica de León, página 2

23 de diciembre de 2009

"El valor de un Juramento", Javier Rodríguez y Enrique Berzal

Contra el confusionismo histórico

Recientemente, en el Auditorio de León, los historiadores Javier Rodríguez y Enrique Berzal presentaron su libro El Valor de un Juramento en el que muestran sobrecogedores retazos de las biografías de algunos de los militares que también fueron víctimas de la feroz represión que se desencadenó en el territorio que hoy forma nuestra Comunidad Autónoma a raíz del golpe de Estado de julio de 1936. Lo paradójico de la suerte que corrieron, acusados de auxilio a la rebelión, es que fue debida a su lealtad al poder civil legítimamente constituido y emanado de la democrática Constitución de 1931.

El golpe de Estado lo perpetraron unos militares contra la legalidad republicana y la guerra la libraron con el apoyo que recibieron de la Guardia Mora, de la Alemania nazi de Hitler, de la Italia fascista de Mussolini y de otras alimañas invasoras que intervinieron en el conflicto conculcando la legalidad internacional ante la infamante pasividad de potencias democráticas como Francia o Inglaterra. He aquí el origen del poder de Franco.

Por obvio que esto sea, nunca está de más recordarlo, ya que desde hace unos años pulula un grupo de pseudohistoriadores que, contrariando la verdad, pretenden confundirnos y volver a contar aquellos dramáticos hechos como lo hacía la dictadura: la lucha contra la sovietización del país.

Blanchart, comandante de infantería y contertulio de La velada en Benicarló, pieza teatral escrita por Manuel Azaña durante el conflicto, reflexiona lúcidamente sobre aquellas dos fracciones del Ejército: “En el campo rebelde hay gente como yo. A veces pienso en ellos. ¿Qué dirían si la rebelión triunfase con sus medios actuales? Tienen ejércitos alemanes e italianos, sin contar los marroquíes. Cuando esta gente, supliendo la impotencia de la rebelión, se apodere del territorio español, los generales extranjeros se despedirán de los generales españoles: ‘Ahí hemos conquistado para vosotros la península. Tomadla. Ya podéis mandar y triunfar en ella. Buen provecho’. Antes de que cobren la factura, alguno de mis antiguos compañeros irá a reunirse conmigo en el rincón donde entierren a los que se mueren de vergüenza".

Publicado en La Crónica de León, el 23 de diciembre de 2009, página 2

18 de diciembre de 2009

Despistados - Lo que hemos vivido

La risa, los cuentos, los malos momentos. Lo que hemos vivido.

Hoy, me he acordado de ella al ver la estrellas que alumbran mi habitación. Hoy, he pensado que a veces el alma te crece y llega hasta el corazón. Hoy, otra vez me he perdido buscando el vacío que guardas en un cajón. Siento que hoy no he podido abrazar tu voz.

Y es que yo me muero por dormir contigo, pasarme la noche metido en tu ombligo. Comernos el sol y la luna. Y ver las batallas caer de una una, para así vencer otra vez al olvido, y empezar de nuevo lo que hemos vivido.

Este tiempo que no pasa decora mi casa, yo no quiero despertar. Una llamada perdida, un vuelvo enseguida, no tengo ganas de hablar. Voy a mirar el correo, a ver si te leo y me bajo a buscar un bar, donde beberme tu ausencia y mi soledad.

Déjame que cuente las horas perdidas, buscando tus ojos todos estos días, que a veces se me hacen eternos. Escribir canciones, pintar corazones, no me basta no quiero hacerme ilusiones, ¿cuánto tiempo he de esperar para vernos?

Y es que yo me muero por dormir contigo, pasarme la noche metido en tu ombligo. Comernos el sol y la luna. Y ver las batallas caer de una una, para así vencer otra vez al olvido, y empezar de nuevo lo que hemos vivido.

Los besos tan largos, los tragos amargos. Lo que hemos vivido. Pasiones y sueños que hemos compartido. Lo que hemos vivido. La risa, los cuentos, los malos momentos. Lo que hemos vivido. Comernos la vida, bebernos el miedo. Lo que hemos vivido.

16 de diciembre de 2009

La montaña mágica de Dominique Perrault en León

Palacio de consensos

El Gobierno de España, la Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de León decidieron rendir durante las pasadas semanas su particular tributo a la Constitución española. En efecto, nuestra Carta magna, tan alabada como poco leída y a menudo invocada sesgadamente o en vano, dice en su articulado que la Administración Pública sirve con objetividad a los intereses generales y actúa de acuerdo, entre otros, al principio de coordinación. Por lo tanto, no debería de ser noticia relevante el hecho de que las tres administraciones, dos gobernadas por los socialistas y una por los populares, hayan aunado sus esfuerzos para posibilitar la realización en los próximos años de un proyecto que será revulsivo para León, especialmente para la hasta ahora descuidada zona oeste de la ciudad.

El alcalde de León, Francisco Fernández, firmó sendos convenios con el Ministerio de Industria y con la Junta de Castilla y León por importe de 30,5 millones de euros cada uno para financiar la construcción de “la montaña mágica” –el Palacio de Congresos-, como se conoce al proyecto diseñado por el afamado arquitecto Dominique Perrault. O lo que es lo mismo: los dos partidos más relevantes -si atendemos al número de votos- de los sistemas políticos nacional, autonómico y local suman su granito de arena presupuestario desde las instituciones que gobiernan dejando de lado otra serie de cálculos numéricos relacionados con la estrategia electoral.

El autor Josep María Colomer, en su libro Grandes Imperios, pequeñas naciones, sostiene la tesis de que la descentralización política en un Estado plural como el nuestro garantiza a largo plazo la unidad del territorio y minimiza el riesgo de involución democrática. Siendo esto cierto, la existencia de distintas entidades políticas territoriales con autonomía solo tiene razón de ser desde una perspectiva federal si toman conciencia de que todas son Estado. La ciudadanía no puede admitir que los proyectos se ejecuten con mayor o menor rapidez dependiendo de si las instituciones competentes para ello son monocromas o no. No es una teoría académica, es un mandato constitucional. Hoy celebramos la normalidad.

Publicado en La Crónica de León el 16 de diciembre de 2009 en la página 2

10 de diciembre de 2009

Ángel González - Ciudad cero de 'Tratado de Urbanismo'

Ciudad cero

Una revolución.
Luego una guerra.
En aquellos dos años —que eran
la quinta parte de toda mi vida—,
ya había experimentado sensaciones distintas.
Imaginé más tarde
lo que es la lucha en calidad de hombre.
Pero como tal niño,
la guerra, para mí, era tan sólo:
suspensión de las clases escolares,
Isabelita en bragas en el sótano,
cementerios de coches, pisos
abandonados, hambre indefinible,
sangre descubierta
en la tierra o las losas de la calle,
un terror que duraba
lo que el frágil rumor de los cristales
después de la explosión,
y el casi incomprensible
dolor de los adultos,
sus lágrimas, su miedo,
su ira sofocada,
que, por algún resquicio,
entraban en mi alma
para desvanecerse luego, pronto,
ante uno de los muchos
prodigios cotidianos: el hallazgo
de una bala aún caliente,
el incendio
de un edificio próximo,
los restos de un saqueo
—papeles y retratos
en medio de la calle...
Todo pasó,
todo es borroso ahora, todo
menos eso que apenas percibía
en aquel tiempo
y que, años más tarde,
resurgió en mi interior, ya para siempre:
este miedo difuso,
esta ira repentina,
estas imprevisibles
y verdaderas ganas de llorar.

Pertenece al poemario Tratado de urbanismo

9 de diciembre de 2009

Es buena (recordando a Solé Tura)

Echando cuentas: Los que prefieren la república como forma de gobierno no se entusiasman. Los que abogan por un Estado centralista no les apasiona la idea de las Autonomías. A los independentistas, el Estado autonómico les limita considerablemente la acción discursiva. Los auténticos liberales no gozan con la idea de que la propiedad privada se reconozca al mismo tiempo que se subordina al interés colectivo. Podría seguir indefinidamente y cada uno de ustedes se ubicaría en alguno de los grupos que, en alguna o varias cuestiones, rechazan parte del texto constitucional. A pocos les gusta la totalidad del texto.

En cambio, su éxito estriba en que no es una norma en la cual una parte de la sociedad ganó todo para que otros perdieran. Al contrario: al ceder todos bastante, el resultado, sin enfervorizar a nadie, ha permitido a la ciudadanía española desarrollar con relativa armonía durante más de treinta años un exitoso proyecto colectivo sin precedentes en nuestra historia. En efecto, formamos parte del período de libertades políticas y derechos cívicos más extenso jamás conocido. Es un privilegio, sí; pero, sobre todo, preservarlo en el tiempo es una responsabilidad que debemos asumir con las generaciones venideras.

Fíjense si la Constitución es útil que hasta permitió a Ibarretxe mantener durante años un feroz combate en un imaginario ring contra el Estado, cuando, en realidad, nuestro texto le convertía en el máximo representante del Estado en el País Vasco. Fue el troglodita más famoso con su Plan, pero ahora ya nadie se acuerda de él. Aunque repudiara nuestra Carta Magna, porque suponía una limitación a sus aspiraciones involucionistas, le permitía nadar en la piscina como lo hacía el Tío Gilito gracias al reconocimiento de los derechos forales. Paradojas constitucionales.

Concluyendo sin grandilocuentes discursos: la Constitución es la pieza angular de nuestro ordenamiento jurídico. El sustrato que reverdece la democracia como régimen político. La que posibilita un punto de encuentro entre diferentes, permite la alternancia política en las instituciones e integra a todas las fuerzas políticas en el sistema. Es buena.

Publicado en La Crónica de León, 9 de diciembre de 2009, página 2.

5 de diciembre de 2009

Gordon Comstock - 'Los placeres de Londres'

En Que no muera la alpidistra, de George Orwell

A veces conviene reflexionar acerca de la vida que llevamos la clase media, los burgueses sin tierras...

Cortante y amedrentador el viento barre
los chopos arqueados, ahora desnudos,
y los negros ribetes de las chimeneas
doblan su curso; azotados por el aire

los carteles desgarrados revolotean; suena, frío,
el estrépito de trenes y de cascos de caballos,
y los oficinistas que se apresuran a la estación
miran, estremecidos, el cielo del este sobre los tejados.

Todos piensan: ¡ha llegado el invierno!
¡Dios mío, no permitas que pierda mi empleo!
Y, lúgubres, mientras el frío empieza a penetrar
en sus entrañas como cruel lanza de hielo,

piensan en alquileres, impuestos, abonos de temporada,
en seguros, en carbón, en el suelo de la criada,
en zapatos, colegios, y en el próximo plazo
de las dos camas compradas en los almacenes Drage.

Pues si en la alegre indolencia estival
pecamos entre los árboles de Astarot,
nos arrepentimos ahora bajo el frío invernal
y nos arrodillamos ante el verdadero señor:

el señor de todo, el altísimo dios dinero,
dueño de nuestra sangre, mano y cerebro,
que nos proporciona un techo contra el viento
y, en su generosidad, nos roba de nuevo.

Celoso y atento, él escrupulosamente espía
nuestros pensamientos, sueños e ilusiones,
escucha nuestras palabras, desgarra nuestras ropas
y traza el mapa de nuestros días;

hiela nuestra cólera, ataja las esperanzas,
compra nuestras vidas con apenas baratijas,
mientras reclama, a modo de tributo,
que ahoguemos la risa y aceptemos los insultos;

él pone cadenas a la inspiración del poeta,
a la fuerza del marinero, al honor del guerrero,
y deposita el bruñido y hostil escudo
justo entre el amante y su novia amada.

2 de diciembre de 2009

La hipótesis de la abundancia o el error de la Ilustración

Economía para un desarrollo sostenible

El concepto de desarrollo sostenible surge cuando las elites académicas y políticas hijas de la Ilustración se dan cuenta de un error de base que hace replantear todas sus teorías: los recursos del planeta son limitados y hay que aparcar la “hipótesis de la abundancia”. Es el gran golpe que recibieron las grandes utopías sociales confrontadas desde finales del siglo XIX. En resumidas cuentas, ni la sociedad sin clases y sin Estado a la que, según Marx, nos llevaría el desarrollo del capitalismo podía proporcionar de todo a todos; ni el paraíso liberal -un Estado mínimo que se limitara a garantizar la propiedad y dejara al mercado asignar sin fin los recursos naturales- se podían sustentar en el tiempo.

El desarrollo sostenible, que implica satisfacer nuestras necesidades presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para atender las suyas, solo puede llevarse a la práctica si asumimos la siguiente jerarquía elemental: la política gobierna a la economía. Los ejemplos en nuestra historia reciente, dejando de lado otra serie de cuestiones morales, son reveladores: China -o cómo sacar de la pobreza a millones de personas llevando a un país en decadencia hasta el liderazgo económico mundial- y Rusia -o cómo un desregulado paso de una economía planificada a una de libre mercado sumergió a los nuevos países poscomunistas en un marasmo de difícil salida-.

Los primeros partidos políticos en incorporar a su agenda el concepto de sostenibilidad fueron los socialdemócratas europeos -que creen que el Estado debe intervenir en la economía para lograr altas cotas de bienestar colectivo-. Por lo tanto, que esta semana el Gobierno haya aprobado el anteproyecto de Ley de Economía Sostenible no debe pillarnos por sorpresa; y, en consecuencia, sobraban la mayoría de los fuegos de artificio y declaraciones pirotécnicas que ha recibido esta iniciativa. Esta ley es un instrumento más para cambiar nuestro modelo productivo. Y como la alternancia política es una constante democrática, la ciudadanía no entendería que no hubiera un consenso entre todos los agentes sociales y todas las fuerzas políticas.

Publicado en La Crónica de León, el miércoles 2 de diciembre de 2009