17 de febrero de 2010

León entre el Incentivo al carbón y la radioactividad

Mix energético leonés


Lo decía Orwell, que, además de un primoroso escritor, era un socialista íntegro y por eso fue perseguido por Stalin, la cobra georgiana, cuando luchaba por la libertad en nuestra guerra como Brigadista Internacional: “El regreso a la libre competencia entraña para la gran masa de la población una tiranía, incluso peor, por ser más irresponsable, que la que practica el Estado. Lo malo de las competiciones es que alguien las gana”.

Lo que les ha pasado a las cuencas mineras, dependientes del carbón desde que se descubrió la hulla en 1713, que llegaron a emplear hace 40 años a más de cien mil personas en nuestro país -cuando finalice en 2012 el vigente plan apenas quedarán cinco mil-, es que no han sido competitivas internacionalmente. La tiranía del mercado.

La dependencia de la montaña leonesa respecto de la minería ha sido y es tan grande que el vertiginoso descenso de trabajadores en el sector conlleva una ineluctable pérdida de población, ya que la reconversión industrial impulsada desde los poderes públicos ha sido incapaz de reabsorber todo el desempleo. Por eso ha sido un acierto que, en medio de irresponsables críticas, el Gobierno de España haya aprobado un Real Decreto que incentiva el consumo del carbón autóctono. Mantener vivo este sector no solo es clave para el país, dado que las minas son nuestra principal reserva estratégica, sino porque, pensando en un futuro inmediato en el que la captura de CO2 reduzca considerablemente los costes medioambientales de su combustión, será una fuente razonablemente limpia que reducirá nuestra dependencia energética.

Menos halagüeño será el futuro para del sur de la provincia de León si finalmente el ATC se ubica en alguno de los pueblos limítrofes de Valladolid. La decisión de Industria de construir el cementerio nuclear, que si bien es imprescindible para los intereses nacionales sería conveniente emplazarlo en una zona ya nuclearizada –Garoña, por ejemplo, ¿no querían prolongar la vida de su central?-, ha llevado a una competición entre pueblos pauperizados que en realidad optan a una permanente a la par que nociva dependencia radioactiva. La puntilla para la zona, la doble tiranía.

Publicado en La Crónica de León el 16 de febrero de 2010, página 2

1 comentario:

U.H.P. dijo...

Hola amigo, te escribo desde el entorno de Garoña. Lo que dices es bien cierto: el ATC va a generar una dependencia narcoléptica para el lugar donde se instale. Los 'millones' llegan, pasan y vuelan. El cemento queda, y queda para siempre. Te lo digo por experiencia. En 38 años, más aquellos anteriores de construcción, el Valle de Tobalina ha perdido el 50% de su población. La central no ha conseguido que la gente se quede ni que sus trabajadores vivan en el pueblo: viene todos los días en autobuses de la empresa desde 50 y 100 y más km alrededor.