30 de junio de 2010

Reformas en Santo Domingo y en Fernández Ladreda

Santo Domingo y Santa Ladreda
'Montes y montañas de León', fotografía perteneciente al álbum hermano "La ventana de una lágrima"

La amenaza, planteada con gravedad y sonando un tanto dramática, provocó cierta hilaridad. La escena discurrió en Ciñera de Gordón cuando regresábamos de ese paseo por sus bosques encantados. “Estaré aquí hasta el 29. Si no me haces caso y no vienes a verme y decides seguir con tu novia te borraré del Tuenti y del Messenger. Te lo juro”, anunciaba gritando una quinceañera a su descastado pretendido que observaba displicente la escena desde su ventana. Para quien no esté en las redes sociales, como las citadas por nuestra enamorada, éstas vienen siendo herramientas de comunicación entre personas, que han sustituido a las manuscritas cartas, algunas horteramente perfumadas, a las postales con dedicatorias, a las fotos en sepia que poblaban aquel anaquel de aquella mesilla en aquella habitación.

Asimismo son novedosos mecanismos de manifestación política. De este modo, más de cuatro mil personas se unieron al grupo que se mostraba contrario, desde el comienzo de las obras en Fernández Ladreda, a que la antigua autopista fuera una calle más de la ciudad, con prioridad al trasporte colectivo, al peatón y a la bici; sin ruido de cláxones ni contaminación ni cientos de camiones transportando madera, ladrillos o ganado.

Lícitamente, más de cinco mil individuos protestan por la desaparición de la “legendaria” fuente de Santo Domingo, que hoy no dejar de embellecer una rotonda por la cual circulan cientos de autobuses y miles de conductores malhumorados que se desesperan ante los imprevisibles cambios de carril de los más imberbes y despistados. No conozco aún a nadie que desde la calle ancha camino de Ordoño se detenga a pasear alrededor de tan distinguida fuente. Lo más que he visto fue cómo una manada de forofos del fútbol, festejando la victoria de su equipo, arrasaban de manera bárbara las flores que la adornaban.

Se echa de menos las cartas de Pablo a Matilde: Sueño mío, adorada mía, sabes dónde vas? Vas hacia mí. Adonde vayas, andes, vueles, corres, vas andando, volando, corriendo hacia mí. Se echa de más las movilizaciones que se oponen a los cambios apelando al conservadurismo de Jorge Manrique: cualquier tiempo futuro será peor.

Publicado en La Crónica de León el 30 de junio de 2010, página 2

1 comentario:

Blanca dijo...

Eras tú el que se oponía a la destrucción del depósito de aguas de Valencia de Don Juan? quién lo diría...