19 de marzo de 2007

Hanna, ¿has oído eso? Escucha.

Hanna, ¿has oído eso? Escucha.


Mi buen amigo Alejandro Guntiñas ha transcrito íntegramente el memorable discurso final de la obra maestra de Chaplin, rodada en 1940, cuando la Segunda Guerra Mundial se antojaba un paseo militar para las potencias del eje Roma-Berlín-Tokio. En España, no se pudo visualizar la película mientras estuvo vigente el régimen autoritario de Francisco Franco. Las primeras proyecciones fueron objeto de las iras de los obstinados militantes ultraderechistas que pretendían cerrar el paso a la incipiente democracia y, con ella, a la más brillante sátira realizada sobre el abonimable totalitarismo nazi.


Autor: CHAPLIN, Charles
Título: El gran dictador
Año: 1.940.
País: EE.UU.
Productora: United Artist
Duración: 124 minutos


(Discurso final)

La victoria es para el que la merece, hoy en día, democracia, libertad e igualdad son palabras que enloquecen al pueblo. No hay nación que progrese con tales ideas, la apartan del camino de la acción, por ello, las hemos abolido. En el futuro cada hombre tendrá que servir al Estado con absoluta obediencia. ¡Y ay de aquel que se niegue a servirlo! Los derechos de ciudadanía les serán denegados a los judíos y a los que no sean arios; son seres inferiores y por lo tanto enemigos del Estado. Obligación de todo verdadero ario es odiarlos y despreciarlos.


Desde hoy esta nación queda anexionada al Imperio "Tomeinio" y su pueblo queda obligado a obedecer las leyes promulgadas por nuestro gran jefe, el dictador de "Tomeinia", el conquistador de "Orstezlicht", el futuro emperador del mundo.

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- Tienes que hablar tú.
- No puedo.
- Debes hacerlo, es nuestra única esperanza.
- ¿Esperanza?
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Lo siento, pero yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, no quiero gobernar ni conquistar a nadie; sino ayudar a todos, si fuera posible: judíos y gentiles; blancos o negros. Tenemos que ayudarnos unos a otros. Los seres humanos somos así, queremos hacer felices a los demás, no hacerlos desgraciados. No queremos odiar, ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos. La buena Tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia la miseria y las matanzas. Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado nosotros, el maquinismo que crea abundancia nos deja en la necesidad. Nuestros conocimientos nos han hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado y sentimos muy poco. Más que máquinas necesitamos humanidad; más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades la vida será violenta. Se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros. Ahora mismo mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, a millones de hombres desesperados, mujeres y niños; víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gentes inocentes. A los que puedan oírme les digo: no desesperéis, la desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará, y caerán los dictadores y el poder que le quitaron al pueblo se le reintegrará al pueblo. Y así, mientras el hombre exista, la libertad no perecerá. ¡Soldados! no os rindáis a esos hombres que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen lo que tenéis que hacer, que pensar y que sentir. Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como a carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres-máquina, con cerebros y corazones de máquinas. ¡Vosotros no sois máquinas! ¡¡No sois ganado!! ¡¡¡Sois hombres!!! Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Sólo los que no aman, odian; los que no aman y los inhumanos. Soldados, no luchéis por la esclavitud; sino por la libertad. En el capítulo 17 de S. Lucas se lee: "El Reino de Dios está dentro del hombre", no de un hombre, ni de un grupo de hombres; sino de todos los hombres, en vosotros. Vosotros, el pueblo, tenéis el poder; el poder de crear máquinas, el poder de crear felicidad, vosotros el pueblo tenéis el poder de hacer esta vida libre y hermosa. De convertirla en una maravillosa aventura. En nombre de la democracia utilicemos ese poder actuando todos unidos, luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres trabajo y dé a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Con la promesa de esas cosas las fieras alcanzaron el poder, pero mintieron, no han cumplido sus promesas, ni nunca las cumplirán. Los dictadores son libres sólo ellos, pero esclavizan al pueblo. Luchemos ahora para hacer nosotros realidad lo prometido. Todos a luchar para libertar al mundo, para derribar barreras nacionales, para eliminar la ambición, el odio y la intolerancia. Luchemos por el mundo de la razón. Un mundo donde la ciencia, donde el progreso nos conduzcan a todos a la felicidad.


¡¡Soldados, en nombre de la democracia debemos unirnos todos!!

(Final de la película: voz en off de Chaplin sobre el rostro en primer plano de Hanna/Paulette Goddard)

-Hanna, ¿puedes oírme? Donde quiera que estés, mira a lo alto, Hanna. Las nubes se alejan, el sol está apareciendo, vamos saliendo de las tinieblas hacia la luz, caminamos hacia un mundo nuevo. Un mundo de bondad en que los hombres se elevarán por encima del odio, de la ambición, de la brutalidad. ¡Mira a lo alto Hanna! Al alma del hombre le han sido dadas alas, y al fin está empezando a volar. Está volando hacia el arco iris. Hacia la luz de la esperanza, hacia el futuro, un glorioso futuro que te pertenece a ti, a mí, ¡a todos! ¡Mira a lo alto Hanna, mira a lo alto!

- Hanna, ¿has oído eso?

- Escucha.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ola!
Estou en Santiago.
Moitas grazas pola invitacion al Leon.

Espíritu de Hitler dijo...

VOLVERÉ