29 de enero de 2008

Clases de Filosofía Política y de Ciencia Política en el I.E.S. Padre Isla (León). Filosofía de 1º de Bachillerato.

Qué es la utopía. Rasgos básicos de la utopía. El Quijote como utopía popular (lectura de la obra de Cervantes que hace León Felipe). Utopías clásicas, La república de Platón. Utopías medievales, el ideal del imperio cristiano. Las utopías renacentistas, Tomás Moro y su isla Utopía.

El tema de las “Utopías sociales”, capítulo 18 del manual de primero de bachillerato de Adela Cortina, lo vamos a dividir en dos grandes bloques utopías (premodernas y modernas –debate entre Ilustración y Romanticismo y filosofías políticas contemporáneas-) y antiutopías.

Introducción:

La idea de que la sociedad en la que vivimos puede ser mejor forma parte de nuestra percepción del mundo social. Las utopías sociales describen situaciones u órdenes de una sociedad donde todos, si pudiéramos, "queríamos vivir".

Concepto de utopía:

La Real Academia Española de la Lengua define utopía como "plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación". Tomás Moro fue el primero en utilizar este vocablo en el siglo XVI y significa literalmente "lugar irreal, no existente". La palabra está compuesta por dos neologismos (vocablo, acepción o giro nuevo en una lengua): outopía (ningún lugar) y eutopía (buen lugar).

Rasgos básicos de la utopía:

- Origen: aparecen en momentos de crisis de las tradiciones, de las ideologías y del orden social existente.

- Fundamentación: se apoyan en determinadas concepciones de la naturaleza humana y del bien común, y parten de unos valores éticos y políticos desde los que se elabora una idea de nuevo orden social.

- Función: suele ser crítica, porque denuncia injusticias del orden social vigente y una función constructiva, pues ofrecen alternativas e ilustran sobre el modo de llevarlas a cabo.

- Objetivo: idear instituciones que conduzcan a una sociedad perfecta.

- Metodología: experimentación mental de posibilidades. Se trata de descubrir nuevas posibilidades en la realidad.

- Carácter global: presentan propuestas claras de planificación social, propuestas, las reglas de convivencia, las instituciones, etc.

La utopía social es un modelo ideal de sociedad alternativo al existente, que presenta los valores e instituciones necesarios para llevar a la práctica una concepción de personas y una idea de la vida buena y feliz. Pretende lograr así una orientación para el cambio social y la transformación de la realidad.

El Quijote ha tenido muchas y diversas interpretaciones más allá de la que hizo su autor, Miguel de Cervantes, que presentó su obra como un libro que pretendió matar a las novelas de caballerías a comienzos del siglo XVII. León Felipe, poeta zamorano, de la estepa castellana como solía decir en sus versos, poeta materialista histórico como Neruda o Bertolt Brecht, relee la obra de Cervantes en clave utópica ya que el ingenioso hidalgo nos muestra a través de su supuesta locura, con la justicia por bandera, un mundo aciago, plagado de injusticias, pero, al mismo tiempo, nos visiona cuál es para él el mundo idílico, en el que le gustaría vivir. León Felipe se vale de esa metáfora para apelar a una nueva sociedad: la socialista, donde no habrá ya injusticias, donde se mate al rico y al pobre para que nazca el hombre, el hombre heroico.

En “El poeta prometeico”, que encontramos en su obra El payaso de las bofetadas y el pescador de caña [1938] (en Poesías completas en Colección Visor de Poesía, Madrid 2004, pág. 218 y 219), leemos:

“(…) La primera aventura de Don Quijote no es ni la de Puerto Lápice ni la de los molinos, como quieren algunos. La primera aventura surge cuando el poeta se encuentra con la realidad sórdida de España, después de salir de su casa, llevando en la mano la justicia. Cuando llega a la venta. No es verdad que nada épico sucediese allí. Allí comienza la hazaña primera y única que se ha de repetir a través de todo el peregrinaje del poeta. Porque no hay más que una hazaña en toda la crónica: el trastrueque, el trasbordo de un mundo a otro mundo; de un mundo a otro, de un mundo ruin a un mundo noble. Aparentemente no es más que una hazaña poética, una metáfora. Pero es una hazaña revolucionaria también, porque ¿qué es una revolución más que una metáfora social?

Don Quijote se encuentra en la venta con un albergue sucio e incómodo, con un hombre grosero y ladrón, con unas prostitutas descaradas, con una comida escasa y rancia, y con el pito estridente de un castrador de puercos. Y dice en seguida: Pero esto no puede ser el mundo; esto no es la realidad, esto es un sueño malo, una pesadilla terrible…, esto es un encantamiento. Mis enemigos, los malos encantadores que me persiguen, me lo han cambiado todo. Entonces su genio poético despierta, la realidad de su imaginación tiene más fuerza y puede más que la realidad transitoria de los malos encantadores, y sus ojos y su conciencia ven y organizan el mundo, no como es, sino como debe ser. Se produce la gran metáfora poética que anuncia la gran metáfora social. Porque cuando Don Quijote toma al ventero ladrón por un caballero cortés y hospitalario, a las prostitutas descaradas por doncellas hermosísimas, la venta por un albergue decoroso, el pan negro por pan candeal, y el silbo del capador por una música acogedora, dice que en el mundo no debe haber ni hombres ladrones, ni amor mercenario, ni comida escasa, ni albergue oscuro, ni música horrible, y que nada de esto habría si no fuera por los malos encantadores. Estos encantadores se llaman de otra manera. Don Quijote sabe muy bien cuál es su nombre exacto, pero para denunciarlos se vale también de una metáfora.

¿Queréis que el poeta hable más alto y más claro? ¿Que se exprese de una manera dialéctica? Pero el poeta no es un orador de mitin. Y no es urgente, no es necesario todavía, extenderle un carné. Nadie debe decir: ese poeta es marxista, porque entonces su voz perdería elevación. Está con vosotros, ¿qué más queréis? Vuestra pequeña revolución económica y social de hoy cae, se defiende y se prolonga bajo la curva infinita de su vuelo. (…)”

Examinado un ejemplo de utopía popular, nos dedicaremos a analizar tres tipos de utopías premodernas.

La primera que vamos a analizar someramente, que pertenece a las utopías clásicas, es la que Platón (428-347 a.C.) esboza en La República. Nuestro autor utiliza el método socrático, que es un método dialéctico de demostración lógica para la indagación de nuevas ideas o conceptos en el que participan dos interlocutores, siendo uno de ellos quien expone sus tesis liderando la conversación, en espera que la otra persona apruebe, como hace con desdoro, esto es, servilmente, o refute sus afirmaciones.

Platón afirma en su obra que la injusticia provoca sediciones y odios, además de luchas de unos contra otros, mientras que la justicia trae concordia y amistad. La ciudad, cimentada en cuatro virtudes –prudencia, valerosa, moderada y justa- surge porque ninguno de nosotros nos bastamos por nosotros mismos. La ciudad la construyen nuestras necesidades como son: i) provisión de alimentos, ii) habitación y iii) vestido y cosas similares. En la ciudad nadie quiere gobernar porque no ordena lo mejor para sí mismo, sino para el gobernado, de ahí que sea justo establecer una recompensa a los que se disponen a gobernar –Platón ya presupone en su ciudad que los gobernantes serán honestos y buenos gestores-. La ciudad precisará de guardianes ya que cuando crezca en habitantes tiene que aumentar su territorio, recortando el del vecino, y viceversa, el vecino el nuestro. Así nacen las guerras. El guardián ha de ser filósofo, es decir, ávido por conocer, fogoso, veloz y fuerte por naturaleza. Los médicos serán los más hábiles que tengan aprendida su profesión, que hayan estado en contacto con la mayor cantidad de cuerpos mal dotados físicamente, y, sin ser de constitución robusta, hayan sufrido toda clase de enfermedades. El juez ha de ser anciano, ya que así habrá aprendido qué es la justicia y la injusticia, además de estudiarla.

Lo más controvertido de la ciudad consiste en la fábula basada en un caso fenicio, que podemos encontrar en el “Libro IV”. El mito dice que hermanos son todos los que habitan en la ciudad, pero, al formarles los dioses, hicieron entrar en ellos: a) oro en los que están capacitados para gobernar; b) plata en los auxiliares y c) bronce y hierro en la de los labradores y los demás artesanos. Los metales están relacionados con las especies de alma (racional, concupiscible –tendencia al bien sensible- e irascible). Existe la movilidad social un hijo de oro nace de bronce o de hierro debe ser relegado, o en el caso contrario, alzado. Esta idea nítidamente discriminatoria choca con la defensa que Platón hace de la igualdad de trato para las mujeres que para los hombres. Defiende que no hay ninguna ocupación por sí misma del varón ni de la mujer. Las mujeres guardianas, que también las hay, son comunes para todos los hombres, ya que ninguna cohabitará privadamente con ninguno de ellos y los hijos serán comunes. Los gobernantes diseñarán el número de matrimonios a través de un sorteo amañado que determinará emparejamientos de padres que estén en la flor de la edad (20 años en la mujer, 30 en el hombre). En el libro VII Platón expone su tesis, a través del Mito de la caverna, sobre la existencia del mundo sensible (conocido a través de los sentidos) y el mundo de las ideas (solo alcanzable por la razón).

Las utopías medievales, como La ciudad de Dios, de San Agustín, apuestan por un ideal de imperio cristiano, donde la sociedad se basa en los principios del amor a Dios, de la que debe tomar ejemplo la ciudad de los hombres. Es un ideal, aunque divino, para la ciudad terrenal.

Las utopías renacentistas piensan en una sociedad basada en el saber y en los adelantos técnicos y científicos. Existe una comunidad de bienes en dichas sociedades y la estructura social es jerárquica y planificada. Tomás Moro (1478-1535) nos propone en su imaginaria isla, Utopía, la siguiente sociedad:

- Igualdad económica, eliminación de la propiedad privada.

- Inexistencia de dinero

- Estructura política democrática

- La institución básica es la familia

- La sociedad está planificada

- La educación se centra en la formación profesional y en la estima a la vida social

- La tolerancia es el principio básico de la convivencia, tanto en los aspectos religiosos como en los políticos y sociales

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