4 de enero de 2008

Velada literaria. "Los sonidos del silencio"

Hablar de árboles en tiempos sombríos

Valencia de Don Juan, 4 de enero de 2008

A/A de Pablo Neruda:

Amigo Neruda:

Perdóname por lo osado que fui aquella noche reviviéndote en Valencia de Don Juan. Era jueves 3 de enero de 2008. Tras una truculenta entrada de año llegó el tiempo de la palabra con aroma a café. De aunar la amistad, la ilusión, el talento y la fortuna. Pablo, la gente se preguntaba porqué tu poesía no hablaba de fortalezas, de chopos en la Vega del Esla, de bucólicos paisajes en los Oteros donde el cielo y las hendiduras de la tierra se fusionan en el infinito como tus pies tocaban los suyos y tu boca sus labios mientras tu brazo apenas alcanzaba a rodear la delgada línea de luna nueva que tenía su cintura y te inclinabas a su boca para besar la tierra.

Mi propósito aquella noche era contar que el mundo sigue ardiendo. Niños soldados en Sierra Leona, Bagdag en llamas, mujeres apresadas al velo o al escapulario, Guantánamo, niños sedientos que se mueren de hambre en Somalia... Y, sin embargo, vivo en paz, sigo comiendo y sigo bebiendo.

Pablo... anhelaste un mundo mejor que no acaba de llegar, caminaste por el mundo vencido junto a León Felipe, recordando que el salmo es del poeta mientras las Iglesias sigan cercenando la autonomía del hombre. Sabías qué era el materialismo dialéctico al igual que tu colega Bertolt Brecht.

De aquel día 3, y del resto de mi trayectoria vital, me quedo con mis satisfacciones: La primera mirada al despertarse, el viejo libro vuelvo a encontrar, rostros entusiasmados, el periódico, la dialéctica, música antigua, zapatos cómodos, comprender, música nueva, escribir, plantar, ser amable.

Pablo, dispensa mi premiosa dicción al declamar tus versos. "Y así esta carta se termina / sin ninguna tristeza: / están firmes mis pies sobre la tierra, / mi mano escribe esta carta en el camino, / y en medio de la vida estaré / siempre / junto al amigo, frene al enemigo, / con tu nombre en la boca / y un beso que jamás / se apartó de la tuya."

Siempre,

Jorge.
3 de enero de 2008. Café Diario. 22:30 horas

En puridad me llamo Neftalí Ricardo Reyes. Nací en Chile el año 1904. Todos me conocéis como Pablo Neruda. Quizá alguno haya leído mis Veinte poemas de amor y mi canción desesperada. Reconozco que pude escribir los versos más tristes aquella noche y no lo hice.

Querida Matilde Urrutia: de sobra remembras que este humilde capitán compuso Cien sonetos de amor, “les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así debió llegar a tus oídos. Tú y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. Así establecidas mis razones de amor te entregué esta centuria: sonetos de madera que solo se levantaron porque tú les diste la vida.”

“Si hubiese escrito los versos más bellos aquella noche, tal vez no hubiera andado en el intento (sin lograrlo) por contar de forma compulsiva el interior de lo que era. Me costaba explicar lo que no comprendía. Tu adhesión a mi piel, a mi cabeza. Hacía ya tiempo que lo demás no importaba. Despertaba antes para poder revelarme un instante en tu mirada, en tu voz. Hacía ya tiempo que lo demás no importaba. Si tan solo supiera qué pensabas cuando repasabas de cabeza los nombres de la lluvia, cuando encerrabas la luz en tus pupilas, cuando callabas, sobre todo cuando callabas y estabas como ausente, tan inaccesible que lo demás ya no me importaba. Hacía ya algún tiempo que lo demás no importaba."

De mi Residencia en la Tierra quiero “explicaros algunas cosas”. Quiero evocar, para poder narraros, qué pasó con la Generación del 27, con esa generación que llevó su voz allá donde el hombre no tenía voz; que escudriñó las multiplicaciones hasta hallar una gota de sangre de pato; que en la bandera de la libertad bordó el amor más grande de su vida; que se embarcó en misiones pedagógicas diseminando, verso a verso, la luz hasta la aldea más recóndita de Castilla ilustrando al pueblo; que pretendió, amigos, en definitiva, transformar a España en un país moderno y a los españoles, en ciudadanos del mundo, libres, cultivados e iguales. Pero os…


Preguntaréis: Y dónde están las lilas?

Y la metafísica cubierta de amapolas?

Y la lluvia que a menudo golpeaba

sus palabras llenándolas

de agujeros y pájaros?


Os voy a contar todo lo que me pasa.


Yo vivía en un barrio

de Madrid, con campanas,

con relojes, con árboles.

Desde allí se veía

el rostro seco de Castilla

como un océano de cuero.

Mi casa era llamada

la casa de las flores, porque por todas partes

estallaban geranios: era

una bella casa

con perros y chiquillos.

Raúl, te acuerdas?

Te acuerdas, Rafael?

Federico, te acuerdas

debajo de la tierra,

te acuerdas de mi casa con balcones

en donde la luz de junio ahogaba flores en tu boca?

Hermano, hermano!


Todo

eran grandes voces, sal de mercaderías,

aglomeraciones de pan palpitante,

mercados de mi barrio de Argüelles con su estatua

como un tintero pálido entre las merluzas:

el aceite llegaba a las cucharas,

un profundo latido

de pies y manos llenaba las calles,

metros, litros, esencia

aguda de la vida,

pescados hacinados,

contextura de techos con sol frío en el cual

la flecha se fatiga,

delirante marfil fino de las patatas,

tomates repetidos hasta el mar.


Y una mañana todo estaba ardiendo

y una mañana las hogueras

salían de la tierra

devorando seres,

y desde entonces fuego,

pólvora desde entonces,

y desde entonces sangre.


Bandidos con aviones y con moros,

bandidos con sortijas y duquesas,

bandidos con frailes negros bendiciendo

venían por el cielo a matar niños,

y por las calles la sangre de los niños

corría simplemente, como sangre de niños.


Chacales que el chacal rechazaría,

piedras que el cardo seco mordería escupiendo,

víboras que las víboras odiaran!


Frente a vosotros he visto la sangre

de España levantarse

para ahogaros en una sola ola

de orgullo y cuchillos!


Generales

traidores:

mirad mi casa muerta,

mirad España rota:

pero de cada casa muerta sale metal ardiendo

en vez de flores,

pero de cada hueco de España

sale España,

pero de cada niño muerto sale un fusil con ojos,

pero de cada crimen nacen balas

que os hallarán un día el sitio

del corazón.


Preguntaréis por qué su poesía

no nos habla del sueño, de las hojas,

de los grandes volcanes de su país natal?


Venid a ver la sangre por las calles,

venid a ver

la sangre por las calles,

venid a ver la sangre

por las calles!

Matilde…

Ay gran amor, pequeña amada!
No me detuve en la lucha.
No dejé de marchar hacia la vida,
hacia la paz, hacia el pan para todos,
pero te alcé en mis brazos
y te clavé a mis besos y te miré como jamás
volverán a mirarte ojos humanos.

3 comentarios:

Javier Revilla Casado dijo...

Una noche inolvidable que tuve la suerte de compartir con vosotros: Tere, Marisol, Jorge, María, Clemen, Iván, María... Gracias.

Anónimo dijo...

Volvería a repetir una y mil veces más, Gracias a todos, y por supuesto a Jorge Guillén y a toda la Generación del 27, pues sin ellos no hubiera sido posible.

Mª Teresa dijo...

Aquella noche me dejó un sabor muy dulce y espero seguir coleccionando momentos dulces junto a vosotros, compañeros.
Siempre,
Teresa.