19 de mayo de 2010

Miguel Hernández, Garzón y la serena rectitud

1910-2010
Caminos al cielo, fotografía perteneciente al álbum hermano "La ventana de una lágrima"

Siempre me ha parecido incongruente que los periodistas que enarbolan constantemente la rojigualda y defienden aguerridos un Estado centralista y una única identidad nacional sean quienes más desprecian a nuestros intelectuales que no comparten su excluyente ideología y, por consiguiente, su dogmática visión de España. ¡Toma patriotismo! Si algo puso de manifiesto el sublime concierto de Serrat en León es la vigencia absoluta de los versos de Miguel Hernández y la calidad de uno de los mejores creadores musicales que tiene España. ¿O no?

Las abarcas del coltán. Sabemos que cuando llega el 6 de enero en muchos de nuestros hogares se incrementa el número de aparatos tecnológicos. Lo que ignoramos, o hacemos como que ignoramos, es que requieren para su elaboración coltán, un mineral escaso y de alto valor económico que es extraído de las minas africanas del Congo, Ruanda o Etipoía en condiciones infrahumanas por niños yunteros que “cada nuevo día son / más raíces, menos criaturas / que escuchan bajo sus pies / la voz de la sepultura”. La alternativa como niños soldados es aún peor. No sabemos muy bien en qué milenio pensamos cumplir objetivos como el de la educación universal o la erradicación de la pobreza. En ese momento, que ya Miguel soñó, será cuando podamos, el día de la epifanía, “convertir el mundo entero en una juguetería”.

Serena rectitud. A fin de cuentas, Hernández fue injustamente apartado de la vida por quienes impusieron unas reaccionarias ideas a fuerza de metralla y represión que impidieron consolidar el democrático aunque imperfecto régimen republicano. Lejos de avergonzarse de ese corto pero turbulento período de nuestra historia y restituir de una vez la memoria de todas las víctimas de la fratricida contienda, esta semana pasada, ignominiosamente, Garzón, que justamente pretendía esto, ha sido expulsado de la carrera judicial. Nuestro poeta cabrero pudo renunciar a sus bellos ideales y retractarse de su poesía, como el juez a instruir determinadas causas, pero optó por mantener una digna actitud ante la cabrona muerte: “El corazón traigo lleno / de mi alegre resplandor. / Si me matan, bueno: / si vivo, mejor”.

Publicado en La Crónica de León, 19 de mayo de 2010

1 comentario:

La utopía de Irma dijo...

Hay cosas en esta "rancia España" que no cambian.

Me gusta verte de reojo por La Crónica y el chiste de Lolo, un abrazo de lo más utópico.

Irma.-