20 de octubre de 2010

Victorino Alonso y Díaz Ferranz

Fotografía peteneciente al álbum 'La ventana de una lágrima'
Empresarios

D. Vito (Alonso), el minero. Recientemente, en otro rotativo provincial, se publicó una entrevista a Victorino Alonso, que, a juzgar por su extensión y contenido, más bien parecía una suerte de publicidad encubierta con la única finalidad de edulcorar la imagen del tristemente célebre empresario. El Gobierno de España, mientras adoptaba las medidas políticas que asegurarán a corto y medio plazo la viabilidad del ya reestructurado sector de la minería de carbón y abonaba todas las ayudas comprometidas, contemplaba cómo el sujeto, que se vende a sí mismo como el benefactor de las comarcas mineras, no pagaba ni a sus trabajadores ni a sus proveedores. Posteriormente, nos enteramos de que el juzgado de lo penal de León solicita para él dos años de cárcel por fraude fiscal y él inicia un Expediente de Regulación de Empleo que afectará a más de medio millar de mineros. La primera obra maestra de Scorsese, Malas calles, comenzaba del siguiente modo: “Los pecados no se redimen en la iglesia, se redimen en las calles, se redimen en casa. Lo demás son chorradas y tú lo sabes”. En democracia, en cambio, la redención no se consigue en el altar, sino ante los tribunales de justicia y ante la ciudadanía. Él lo sabe. Lo demás, zarandajas.

El capo que fue un intrépido turista. Imaginen por un momento que ustedes y yo dirigiésemos una empresa. Y que perteneciésemos a la Confederación Española de Organizaciones Empresariales. Verán como nos ruborizaríamos cada vez que hablara el deslegitimado presidente de la patronal, el fracasado Díaz Ferranz. Desde el pasado viernes ya sabemos cuál es su errático y limitado concepto de productividad: trabajar más y cobrar menos. O lo que es lo mismo, tomamos conocimiento de que no tiene ni la más remota idea de economía (a buen seguro piensa que Maynard Keynes era jugador del Arsenal y el austriaco Von Mises el artillero de la naranja mecánica que compartía titularidad con Johan Cruyff) al mismo tiempo que puso en evidencia su plan (que nos aplicaría a nosotros, no a él) para salir de la grave crisis internacional en la que nos hallamos inmersos.

Podría ser cómico si no estuvieran riéndose de todos nosotros.

Publicado en La Crónica de León, el 20 de octubre de 2010, página 2

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