1 de diciembre de 2010

Contra la 'berlusconización' de la política

Otra vez en contra la puta ola

El rufián de Berlusconi anunció la semana pasada la convocatoria de marchas de apoyo a sí mismo que recorrerán la geografía de la decadente Italia y que culminarán con concentraciones de adhesión a su gobierno en diversas plazas públicas. Quién sabe si brazo en alto incluido, como a la antigua usanza se saludaba a los emperadores: a la romana. Los españoles de cierta edad habrán remembrado rápidamente esas escenas en la plaza de Oriente y las apariciones del dictador D. Claudio, que no tengo licencia para llamarle Claudillo. O en el Duce, Benito Mussolini, en las camisas negras y en la marcha sobre Roma. O en la obra maestra de Bernardo Bertolucci, Novecento, protagonizada por ese camaleón de la gran pantalla que fue Robert de Niro, que narra perfectamente la vergonzante historia de Italia desde la muerte de Verdi, en 1900, hasta que se deshacen del yugo del tirano pateándolo y se liberan de su humillante pasado de amistad con los nazis.

En la historia contemporánea han existido tres grandes olas democratizadoras, es decir, períodos de tiempo en los cuales fueron más los países que abandonaron el autoritarismo como sistema de gobierno que las que recorrieron el camino inverso desde el pluralismo político, las libertades públicas y los derechos sociales. Las dos primeras se fraguaron al término de las dos guerras mundiales: tras la Gran Guerra, con el desmoronamiento de los imperios y, finalizada la Segunda, con la derrota del fascismo. La tercera comenzó con la revolución de los claveles en Portugal, que se trasmutaron en rosas en España y que contagiaron a Grecia, que devolvió a los coroneles a sus cuarteles, para, finalmente, navegar por el océano hasta otras latitudes. Salvo la tercera, cada ola tuvo su jodida contraola. Desmoronadas las potencias imperiales en 1918 y fracasadas las incipientes democracias, el auge de las dictaduras asoló Europa. A Japón, Hirohito y su sanguinario ejército imperial. Cuando Europa empezó a ver la luz, la sombra cubrió el cielo de América Latina y la sangre bañó el continente desde Panamá hasta Argentina, desde Chile hasta Uruguay.

Conjurémonos, pues, contra la 'berlusconización' de la política. 

Publicado en La Crónica de León, 1 de diciembre de 2010, página 2

'El ocaso de la electricidad', fotografía perteneciente al álbum hermano 'La ventana de una lágrima'

1 comentario:

mateosantamarta dijo...

No es la única, aunque es desvergonzada. En este país, la casta más privilegiada es la de los políticos y espero que sea por poco tiempo, que la gente despierte y vea sus privilegios -en los que están todos de acuerdo-,su ineficacia y su falta de compromiso con sus promesas.
No necesitan cotizar 35 años. Tienen pensiones mucho más, altas, gastan a manos llenas...nos engañan y nadie les pide cuentas: una auténtica partitocracia!
Un saludo.
Quizá los jóvenes vayáis contra esta vergüenza.