17 de abril de 2016

Rafel Chirbes - Paris-Austerlitz

"Habían presenciado las veces que lo agarraba por el codo y me lo llevaba poco menos que a rastras porque se caía y les decía impertinencias a clientes y camareros. Sin embargo, a él nunca lo miraban con desconfianza, le soportaba las borracheras, respondían a sus imprecaciones con bromas y frases de doble sentido, qué te pasa, Michel, ¿necesitas un puntazo esta noche? Ven, ven aquí, conozco a un bombero, ven, te lo presento, y Michel se reía y le daba una palmada en el cogote al gracioso, y dos besos, y el tipo se iba con él a cualquier parte. Otras veces el dueño, o los camareros, lo dejaban acodado a una mesa después del cierre, borracho o dormido, y los clientes lo despertaban, lo invitaban a irse con ellos a seguir tomando copas -o lo que fuera- en otro sitio, a perderse entre las sombras del Bois, o en casa de alguien. Creo que, en el mundo de la noche, existe un respeto -incluso cierta admiración- por el hombre maduro que trasnocha, liga y toma drogas y alcohol como si siguiera teniendo veinte años. Lo que viniendo de cualquier otro les hubiera irritado, los hubiera llevado intervenir con dureza o incluso con violencia, se lo toleraban a él..."

Paris-Austerlitz, Rafel Chirbes (Anagrama, 2016)

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