Parafraseando a Luis Mateo Díez, conviene reflexionar sobre esta manía que tenemos los europeos de matarnos los unos a los otros de vez en cuando. Europa gestó dos guerras mundiales, que ocasionaron 48 millones de muertos. Y para hallar tan aflictiva cifra basta con remontarse seis décadas en la historia.
Hoy, gracias a la organización internacional que con el devenir del tiempo se ha denominado Unión Europea, nuestro continente, que antes era una incubadora de conflictos armados, es un oasis de paz. Y la paz será perpetua, por decirlo kantianamente, si los ciudadanos comunitarios legitimamos nuestras instituciones –el domingo escogiendo a nuestros representantes en el parlamento europeo-.
La relación entre cooperación y probabilidad de conflicto es inversamente proporcional. La UE funcionalmente consiste, en esencia, en el desarrollo multilateral de una discusión entre 27 países con 27 intereses nacionales disímiles que concluye con la adopción de un acuerdo común. Ideológicamente, la UE combina la energía y la libertad del liberalismo y la estabilidad y el bienestar derivados del socialismo.
El domingo puede ir a las urnas y legitimar con su voto nuestra organización posnacional garante de la paz. O puede abstenerse dejando expedita la vía a la renacionalización de las políticas, a la razón de Estado, al equilibrio de poder; en definitiva, a abrir la posibilidad al conflicto armado que ha sido una constante histórica del continente."
La Crónica de León, 3 de junio de 2009, página 2
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