"Recordé la frase de mi amigo Xacobe Casas que abre el libro: no eran los pájaros los que volaban, sino el cielo, que caía. Recordé cómo la normalidad, cuando no es consciente de su distorsión, lleva al horror de forma natural. Hay mundos en los que el mal pierde su característica fundamental, según Hannah Arendt: constituir una tentación. Eso fue lo que me empezó a interesar de la historia de Gabriel, conocido en su entorno como Baby. Su normalidad era común hasta que se hizo demasiado grande para mantenerla. Sus tentaciones eran las contrarias a las del resto: dejar la calle, ponerse a estudiar, encontrar un trabajo, no robar, no consumir drogas, no pegar.
Antes de los diez años le había quitado por la fuerza las huchas del Domund a unas niñas y la recaudación a un ciego de la ONCE. Antes de los doce fue detenido por tratar de robar un coche. Antes de los diecisiete participó en el mayor atentado terrorista de Europa, el del 11-M, que provocó la muerte de 191 personas en Atocha, y de un inspector de Policía semanas después, en el atentado suicida de Leganés.
La colaboración de Baby fue de forma involuntaria, como reconoció la sentencia; eso no evitó que meses despues amenazase a un vigilante del centro de menores diciéndole que le daban igual 192 que 193. Para entonces estaba ya encerrado. Fue el primer condenado de los atentados del 11-M. El único menor de edad. Y su testimonio en el juicio sentenció a su mejor amigo, Emilio Suárez Trashorras, a 34.175 años de cárcel..."
Manuel Jabois, Nos vemos en esta vida o en la otra. Una historia real de traición y violencia. Planeta, 2016.
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